Uno de los temas que marcan el debate actual es el auge de la cuarta Revolución industrial, en la que nos encontramos inmersos en la actualidad. Un momento marcado por la automatización, la interconexión de los dispositivos tecnológicos y el internet de las cosas. Algo que nos mete presión como ciudadanos, pero, sobre todo, como profesionales, incluyendo al sector universitario, donde hace que debamos actualizarnos o morir en la academia.
Cada Vez Son Más Importante Las Habilidades Blandas, Inclusive En La Academia
Más allá de las competencias técnicas o tecnológicas que se requieren para el aprovechamiento de los avances tecnológicos dispuestos en la actualidad, nos encontramos en un momento donde las habilidades blandas terminan adquiriendo una alta importancia, como resultado del aumento de la flexibilidad y la temporalidad de los puestos de trabajo que hoy cobran cada vez más peso en todos los sectores.
Habilidades como aprender a aceptar las críticas, adaptarse a nuevas demandas y necesidades dentro del sector donde trabajamos, ser capaces de establecer una comunicación fluida y transversal, ser proactivo y disciplinado, contar siempre con motivación y confianza, mantener los valores ético en lo que hacemos, ser capaces de trabajar bajo presión y en equipo, son algunas de las competencias que resultan claves si queremos mantener nuestros empleos hoy día.
A nivel académico no es diferente a otros sectores productivos. Las universidades requieren, cada vez más, de docentes e investigadores capaces, no solo de sacar máximo provecho de los recursos tecnológicos que hoy se puedan contar al interior de sus instituciones, sino también generar sinergias con otros para afrontar exitosamente el reto que entraña la revolución industrial que vivimos también dentro de estos espacios.
Quizás muchos piensen que las habilidades blandas al interior del sector académico están implícitas o al menos deberían estar presentes, pero, no necesariamente quienes trabajan en las instituciones académicas cuentan de por sí este tipo de competencias. Sobre todo, cuando el marco académico se rige, muchas veces, bajo una competitividad voraz, como cualquier sector profesional actual, marcado por el número de proyectos presentados a convocatorias y artículos académicos publicados en los principales sistemas de indexación existentes (JCR y/o Scopus, por ejemplo).
El Cambio Del Modelo De Formación
Los avances tecnológicos y el auge de una nueva generación de ciudadanos, enmarcados en lo que conocemos como millenians, trae consigo la necesidad de pensar en modelos de formación cada vez más disruptivos y acordes con el tipo de producción impuesto bajo la cuarta revolución industrial, donde la generación, en masa, de profesionales debe dar paso a profesionales líquidos, es decir, aquellos capaces de adaptarse a los diferentes retos que traen consigo los avances tecnológicos y la sociedad cada vez más globalizada donde vivimos.
Un reto que requiere de académicos, investigadores y personal administrativo, vinculado al sector académico capaz de afrontar lo que, en principio, deberían estar en condiciones de enseñar. Algo que, como ya dijimos en el apartado anterior, no necesariamente abunda o existe en la mayoría de las organizaciones académicas. Ello, como resultado de la incapacidad de los responsables de estas instituciones, al momento de afrontar el escenario que se abre ante nosotros bajo una perspectiva innovadora y acorde con ella, o bien porque se cuenta con docentes y académicos que, por muy jóvenes que sean, han sido formados bajo modelos estandarizados de educación, aún hoy dispuestos en muchos de nuestros países.
El Modelo Amazon De Producción A Nivel Académico
Hemos pasado de una tercera revolución industrial, marcada por los avances científicos tecnológicos generados en el último tercio del siglo XX, a un nuevo modelo de producción donde la automatización de procesos y la velocidad en la creación de productos y entregas de éstos terminan siendo la base del ejercicio de muchos profesionales en la actualidad.
El sector académico no está exento del cambio de modelo productivo que estamos viviendo. Poco a poco, se está pasando de un sistema de formación e investigación donde anualmente se les exigen a los profesionales dentro de las instituciones afines a este sector, no solo atender a un número cada vez mayor de alumnos, sino a responder las necesidades de cada uno de estos estudiantes en el menor tiempo posible. Así mismo, se ven aumentadas las cotas o metas de presentación de proyectos de investigación en convocatorias públicas y privadas, y de los artículos publicados en los principales sistemas de indexación dispuestos en la actualidad (JCR y Scopus, por ejemplo). Todo, con el fin último de que la organización se mantenga en los diferentes rankings que hoy proliferan en este sector (Shangai, Webometrics, Google Scholar, entre otros).
No seguir el ritmo que actualmente se impone también a nivel académico, puede ser considerado motivo para condicionar la permanencia de cualquier profesional dentro de este sector. Algo que genera un ambiente de ansiedad muy importante, y en muchos casos, un entorno donde la calidad va quedando rezagada en la lista de prioridades y donde algunas de las habilidades blandas, mencionadas anteriormente, resultan muy difíciles de desarrollar. Sobre todo, cuando muchas veces el mismo sistema académico promueve la máxima competencia entre pares, en detrimento de la colaboración o el trabajo en equipo, cuando el puntaje recibido por cada docente termina siendo ponderado entre el resto de miembros que apoyaron en la producción de un determinado producto (un artículo académico, por ejemplo).
Las Brechas Entre Instituciones Académicas Son Cada Vez Mayores
El cambio de modelo también trae consigo que cada vez resulte más difícil reducir la brecha entre las universidades Top, dentro de los rankings existentes, y el resto de universidades. Ello en vista que las primeras cuentan con un volumen de recursos económicos, equipos humanos e infraestructuras que les permiten, no solo cumplir con las metas impuestas dentro del modelo promovido desde la cuarta Revolución Industrial. Algo que es traducidos en este sector en: más estudiantes matriculados, más artículos publicados en revistas JCR o Scopus, más proyectos financiados internacionalmente, y más citas de los trabajos editoriales publicados, por ejemplo.
Es bajo lo indicado aquí, que las ¨instituciones fuertes¨ tienen una mayor capacidad de imponer estándares ajustados a sus capacidades, mientras imponen presión al resto de organizaciones que terminan cayendo en la trampa de ser medidos bajo los mismos parámetros, sin tener las mismas condiciones y apoyos, tanto de fuentes públicas como privadas, para impulsar procesos de producción intelectual y formativas similares, por ejemplo. Algo que contribuiría al aumento de las perturbaciones al interior del sector académico actual, donde unos pocos marcan las reglas del juego u otros mantienen las ¨esperanzas¨ de subir o estar cerca de estos, pero con condiciones más difíciles.
Lo hasta ahora expuesto, son algunos de los aspectos que consideramos, trae consigo la cuarta Revolución Industrial, al interior del sector académico. Algo que exige respuestas disruptivas por parte de todos los que hacen parte dentro de este sector para poder sobrevivir a la profunda transformación que sucede también, al interior de este tipo de instituciones o escenarios de trabajo, bien sea desarrollando esas habilidades blandas, mencionadas al comienzo (por simple sentido de supervivencia humana) o contando con gente que te ayude a ganar espacios (haciéndote algún trabajo sistemático o tedioso), a costa de ganar tiempo para lo que en verdad te interesa. Sobre todo, si no se quiere perder niveles mínimos de calidad profesional y de vida, la felicidad de lo que uno hace y espacios para estar con los seres queridos.
Artículo publicado en Con•Tacto Humano
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